Este reflexión es parte del Guia de Reflexión del Adviento 2021. 

“Canta, hija de Sión, da gritos de júbilo, Israel, gózate y regocíjate de todo corazón, 
Jerusalén.”- Isaias 12: 2

En este tercer domingo de Adviento, en la primera lectura del profeta Sofonías, escuchamos: “¡Canta, hija de Sión, da gritos de júbilo!” y en el salmo: “¡Griten jubilosos!”. En la segunda lectura, dice “no se inquieten por nada”, somos invitados a encomendar nuestras necesidades a Dios, porque entonces “la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”.

Estas invitaciones a alegrarnos libremente sin ansiedad pueden sentirse vacías cuando nos enfrentamos a un mundo lleno de agitación y sufrimiento. ¿Qué significan estas invitaciones? ¿Dónde podemos encontrar la fuerza y la inspiración para alegrarnos en medio de los retos a los que se enfrentan nuestra sociedad y nuestro mundo?

Las palabras de Juan Bautista en el Evangelio de hoy nos orientan.

Ante el llamado de Juan a “arrepentirse” y “preparar el camino del Señor”, la multitud le pregunta: “¿Qué debemos hacer?”. Él les pide que busquen la caridad y la justicia: “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo.” A los soldados y recaudadores de impuestos les dice: “Dejen de practicar la extorsión”.

Las palabras de Juan “[llenan] de expectación a la gente” y hacen que se pregunten si él es el Mesías. Él responde: “Viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias.”

Juan instruyó a la gente que realizaran actos de justicia y caridad según sus medios y su papel en la sociedad. En su propia vida, Juan tenía una profunda fe en que su trabajo era sólo el comienzo de la transformación que está por venir - podría contribuir a la misión de Dios a través de su predicación y tenía una fe infantil en que Jesús cumpliría la obra que él había comenzado.

Su ejemplo puede ayudarnos a reflexionar sobre cómo podemos empezar a corregir los males que vemos en la sociedad que nos rodea, y a la vez tener fe en que nuestros esfuerzos, aunque sean gotas de agua, serán completados y realizados por la obra de Dios. La paz y el regocijo a los que estamos llamados en este Adviento no es una alegría insensible que evita la realidad del sufrimiento, sino una paz divina que supera nuestra comprensión. Es una paz que se cultiva cuando damos el primer paso, respondiendo al llamado de Dios…” de Dios de “preparar el camino”.

Cada dosis de vacuna que se reparte por el mundo, cada carta escrita a un representante, cada esfuerzo por proteger el clima y cada momento que se dedica a la oración vale la pena, pues contribuyen al depósito de bondad que prepara el camino para el Reino de Dios. Mientras nos preparamos para recibir a Cristo como niño, que crezcamos en nuestra fe infantil.

La misionera laica de Maryknoll Debbie Northern escribe: “En mis casi 23 años de misión, he visto una tremenda fe en la gente con la que he trabajado. En medio de la pobreza, la opresión y la injusticia, son capaces de poner su confianza en Dios y perseverar. Como dicen en El Salvador, “Dios primero”. Como alguien que viene de los Estados Unidos, a menudo pienso que puedo hacer las cosas por mí mismo y me olvido de confiar en Dios”.

Preguntas para la reflexión:

¿Cuándo te ha inspirado el ejemplo de fe infantil de alguien? ¿Qué medida puedes tomar para promover la justicia y la caridad en tu vida diaria?

Oración

Profetas de un futuro que no es el nuestro

De vez en cuando, dar un paso atrás nos ayuda
a tomar una perspectiva mejor.

El Reino no sólo está más allá de nuestros esfuerzos,
sino incluso más allá de nuestra visión.
Durante nuestra vida, sólo realizamos una minúscula parte
de esa magnífica empresa que es la obra de Dios.
Nada de lo que hacemos está acabado,
lo que significa que el Reino está siempre ante nosotros.
Ninguna declaración dice todo lo que podría decirse.
Ninguna oración puede expresar plenamente nuestra fe.
Ninguna confesión trae la perfección, ninguna visita pastoral trae la integridad.
Ningún programa realiza la misión de la Iglesia.
En ningún esquema de metas y objetivos se incluye todo.

Esto es lo que intentamos hacer:
plantamos semillas que un día crecerán;
regamos semillas ya plantadas,
sabiendo que son promesa de futuro.
Sentamos bases que necesitarán un mayor desarrollo.

Los efectos de la levadura que proporcionamos
van más allá de nuestras posibilidades.
No podemos hacerlo todo y, al darnos cuenta de ello, sentimos una cierta liberación.

Ella nos capacita a hacer algo, y a hacerlo muy bien.
Puede que sea incompleto, pero es un principio,
un paso en el camino,
una ocasión para que entre la gracia del Señor y haga el resto.
Es posible que no veamos nunca los resultados finales,
pero esa es la diferencia entre el jefe de obras y el albañil.

Somos albañiles, no jefes de obra, ministros, no el Mesías.

Somos profetas de un futuro que no es nuestro.

   -Obispo Ken Untener de Saginaw, Michigan, 1980

Acción:

Investiga y comparte los recursos de los recursos de la Coalición Catholic Cares, un grupo de organizaciones que trabajan para promover el acceso y la aceptación de las vacunas a nivel nacional e internacional.