Este reflexión es parte del Guia de Reflexión del Adviento 2021. 

“Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor.”
- Lucas 1: 45

En la primera lectura de este domingo, el profeta Miqueas proclama: “De ti, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel, porque la grandeza del que ha de nacer llenará la tierra y él mismo será la paz.”

En el Evangelio, escuchamos la interacción entre dos mujeres que se encuentran milagrosamente embarazadas -- Isabel, que era “avanzada en años”, y María, que era soltera. Dan maravilla de la obra de Dios en sus vidas.

Al leer su historia, nosotros también podemos maravillarnos de la humilde manera en que Dios eligió venir a nuestro mundo. Cristo nació en Belén, una ciudad que Miqueas recuerda como “demasiado pequeña” e insignificante para estar entre los clanes de Judá, naciendo como un niño indefenso, a una madre pobre y adolescente. ¿Cómo es posible que este evento sea la fuente de toda nuestra salvación?

Habla de una de las verdades más profundas de la fe cristiana: que Dios valora y levanta lo que el mundo consideraba sin valor, ve a los que no son conocidos, da poder a los que son impotentes.

Durante los oscuros días de la pandemia, hemos tomado conciencia de nuestra impotencia e inseguridad. Las crisis de salud y económica, además de la crisis climática, han puesto de manifiesto a los verdaderamente vulnerables de nuestra sociedad y la forma en que nuestros sistemas globales valoran algunas vidas y desprecian otras.

A nivel nacional, esto se puso de manifiesto en el hecho de que la gente de raza negra, los indígenas, los latinos y los isleños del Pacífico tuvieron un índice de mortalidad por COVID-19 que fue doble la de los estadounidenses blancos o asiáticos. Los que trabajaban como “trabajadores esenciales” - con frecuencia en empleos desprotegidos y con el salario mínimo - corrían un grave riesgo. A nivel internacional, los cierres permitieron cierta seguridad a la élite mientras dejaban a millones de personas empobrecidas sin trabajo, sin educación e incluso sin comida. Vemos cómo gran parte de la población mundial no tiene acceso a las vacunas, mientras los países ricos contemplan la posibilidad de usar sus dosis sobrantes como inyecciones de refuerzo. 

Mientras concluimos el Adviento y nos preparamos para celebrar la Navidad, se nos invita, a través de la historia del milagroso y humilde nacimiento de Cristo, a tener esperanza en medio de estos abrumadores desafíos globales.

Reflexionando sobre la escena entre María e Isabel, la misionera laica de Maryknoll Claire Stewart, en Brasil, escribe: “Supongo que, en muchos sentidos, al decir “Sí”, María se dio cuenta de que su decisión de asumir la presencia de Cristo en su interior afectaba no sólo a ella, sino a los millones de personas que han nacido desde entonces. Cuando compartió la buena noticia con Isabel, María creó una comunión de alegría entre ella e Isabel. Tenemos la oportunidad de utilizar el ejemplo de María a diario, siendo testigos de Dios de cualquier manera que Dios nos llame.

Al compartir a Cristo con los demás, como hizo María con Isabel, existe la oportunidad de permitir que florezca una nueva vida. Nunca sabemos qué bondad puede surgir de la más pequeña de nuestras acciones, ya sea un gesto de reconocimiento o una breve conversación.”

Preguntas para la reflexión: 

¿Quiénes son las personas que no son tomadas en cuenta o no son valoradas en tu comunidad? ¿Cómo se les invita a decir “Sí” a la voluntad de Dios en este tiempo de Adviento?

Oración

Magnificat

Proclama mi alma la grandeza del Seńor,
y se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Amen.

Acción: 

Los inmigrantes y refugiados son algunas de las personas más desvalorizadas o “descartadas” en nuestra sociedad, a pesar de que muchos de ellos trabajan en industrias “esenciales” durante la pandemia. Insiste a tus miembros del Congreso a seguir trabajando por una reforma migratoria justa.